Era un bautismo multitudinario, y los bautizados solían ser personas ya mayores (pocos padres se atrevían a llevar a sus hijos). La persona que bautizaba era Ángelus (una suerte para los bautizados ya que probablemente sería la vez que estuvieran más cerca del Gran Dios en toda su vida). Ellos se arrodillaban y Ángelus se situaba delante de ellos, desnudo y ponía un pañuelo en los ojos de los creyentes. Cuando acababa, recitaba este poema:
Cierra los ojos,
abre el pico
y verás que rico
que rico.
(Nótese que el poema rima y todo)
Pero, ahora no se realiza por no se qué movidas legales de intimidación sexual o algo así.
El bautismo moderno es casi igual que el bautismo cristiano, pero en vez de agua bendita, utilizamos una pila con aceite caliente. ¡Qúe risas cuando les echamos a los creyentes el aceite!
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